Personalmente me llamaron mucho la atención sus comentarios acerca de los años de preescolar que están enfrentando nuestros pequeños; todo parece una competencia, con tanta clase de estimulación temprana, presión para aprender a leer, escribir, sumar y restar cada vez a edades más tempranas y bilingües por supuestol!.....dejando de lado tiempo para pintar, escuchar un cuento o simplemente jugar.
¿Creen que a largo plazo estas exigencias significarán una recompensa en la vida de nuestros hijos? Carl comenta que alcanzar hitos de aprendizaje más temprano no garantiza el éxito escolar en el futuro y que por ejemplo el niño que llega el primer año a la escuela siendo capáz de relacionarse, compartir, empatizar y seguir instrucciones tendrá más opciones para aprender.
Así que quizá debamos relajarnos un poquito ya que los niños de preescolar necesitan libertad para explorar el mundo en un entorno relajado, acompañados de cuentos, canciones y juegos. Y llegados a este punto el autor nos habla del jardín de infacia que ha sido inspiración para muchos, ubicado en la ciudad de Reggio Emilia, Italia. En los jardines de infancia de Reggio no enseñan a leer ni escribir, no hay un programa fijo, no ponen notas...sino que los niños profundizan en temas que van surgiendo de sus propios intereses, por ejemplo.- explica que si ven pasar una parvada de pájaros pondrían dedicar las semanas siguientes a familiarizarse con diversas especies de aves, hacer nidos con materiales recogidos por ellos mismos y analizar el fenómeno de migración. El objetivo de estas escuelas es formar niños capaces de pensar, soñar, analizar, relacionarse con los demás...Y bueno, a mi me suena todo esto muy inspirador como mamá y seguramente muy divertido para un niño. Ojalá me tope con algo así cuando Santiago tenga que entrar a la escuela.