· ERES ·

Texto por: Lore G

Eres, lo que más quiero en este mundo, eso eres...

          De entre todos los dones, dar vida es el más mágico que se ha concedido a la mujer, pero ¿qué sucede si nos sentimos privadas de ese poder?, aun cuando nunca te lo has planteado eres susceptible a que se presente el deseo y el día menos esperado te sorprendes monitoreando a todas las embarazadas que circulan por tu entorno.

...mi pensamiento más profundo, también eres...

          Mírame a mi; yo nunca fui niñera, jamás cargué en brazos a niños ajenos, incluso llegué a pensar que era una de esas mujeres modernas que no querría tener hijos, pero el deseo tocó a mi puerta. El reloj biológico ¡existe! y su primer tic-tac sonó a mis 26 años. La solución: adoptar un hermoso gatito Devon Rex, PEPO, mi primogénito. Esto acalló el llamado por un período de tres años, comenzamos la búsqueda y n-a-d-a,  no quedaba embarazada. 

...tan solo dime lo que dejo, aquí me tienes.

ILUSTRACIÓN POR: RAÚL PARDO

ILUSTRACIÓN POR: RAÚL PARDO

          Pasó el tiempo y el mood  Zen fue menguando, la existencia se tornó calvario, veía panzas y bebés por todos lados, me derrumbaba cada vez que me enteraba que la amiga, la conocida o la amiga de la conocida estaba embarazada; peor si me contaban que había sido a la primera. En el fondo me sentía muy enojada, ¿por qué ellas si y yo no? - ¡tabú hablar de ello! -

Eres, cuando despierto lo primero, eso eres...

          Transcurrió un año, lo recomendado para consultar al especialista en fertilidad. -Paciencia -  Luego de contar con los estudios preliminares el primer paso era observar.

... lo que a mi vida le hace falta si no vienes...

          En esta etapa ya frecuentaba desde hace tiempo un foro de enfemenino.com; de las tantas conversaciones a las que puedes intergrarte comencé a seguir la del título con el que mejor me identificaba: “Todas se embarazan menos yo”.  Y ahí estábamos, día a día intentando darnos ánimos entre todas, compartiendo la problemática de cada una, al tanto del ciclo menstrual de las otras, comentando a cerca de los estudios y tratamientos a los que se iba sometiendo cada una, animándonos cada vez que a una le llegaba la warry, dando bienvenidas a las nuevas que se integraban al foro, festejando y despidiendo con nudo en la garganta cada que alguna cantaba aliviada su positivo +  

...lo único, precios@, que mi mente habita hoy.

          Toqué fondo una mañana cuando me dirigía a una cita del trabajo, iba caminando y un par de cuadras antes de llegar a Punto Sao Paulo no pude continuar, y me senté a llorar en la banqueta a plenas 11 de la mañana. Me quedé ahí un rato, dejando que fluyera el sentimiento, pensando. Volví a mí, decidí que ya no quería continuar sintiéndome así, desdichada. Debía cambiar mi actitud. 

Qué más puedo decirte, tal vez puedo mentirte sin razón,

pero lo que hoy siento es que sin ti estoy muert@,

pues eres lo que más quiero en este mundo, esto eres.

          Me dediqué a vivir mi vida intentando no pensar tanto en ello, continué asistiendo a las revisiones médicas, pero básicamente me limité a apreciar lo que ya hacía, lo que ya tenía -Solté-.

Eres, el tiempo que comparto, eso eres,

lo que la gente promete cuando se quiere,

mi salvación, mi esperanza y mi fe.

          Ese Junio del 2009 vino Café Tacvba a la ciudad con su Gira 20/20, soy su fan desde el primer disco y he ido a cuanto concierto he podido, pero esa vez fue especial, ese concierto me cambió la vida.  

Soy, el que quererte quiere como nadie soy,

el que te llevaría el sustento día a día,

el que por ti daría la vida, es@ soy.

          El segundo encore arranca con el tema Eres y la catarsis llega a mí; empiezo a entonar la letra con emoción y me doy cuenta de que estoy cantándole a gritos a mi hijo aún no concebido, llorando:

“Aquí estoy a tu lado y espero aquí sentad@ hasta el final,

no te has imaginado lo que por ti he esperado pues eres

lo que yo amo en este mundo eso eres...”

          ¡Cómo no se me había ocurrido antes! la conexión que logré al musicalizar mi deseo fue un parteaguas, qué manera de aprender a vibrar la ley de la atracción, ahora lo tengo claro. Continué cantando todos los días en el auto, siempre provocando el nudo en la garganta y con la lagrimita Remi asomando.

...cada minuto en lo que pienso, eso eres...

          Después de ese concierto, mi siguiente ciclo no llegó. ¡Estaba embarazada!

...lo que más cuido en este mundo, eso eres.

ILUSTRACIÓN POR: RAÚL PARDO

ILUSTRACIÓN POR: RAÚL PARDO

Canción: ERES por Café Tacvba

¿ADÓNDE TE FUISTE, MI FLOW?

Texto por: Canina

De la maternidad se habla todo lo bueno y todo lo bello, de la felicidad que traen los hijos, del amor tan grande e inigualable que se siente por ellos, de la entrega que implica y de que -frase harto repetida- siempre merece la pena. 

Sí, sí, sí, todo eso está muy bien, muy bonito y muy cierto pero poco se dice de las pérdidas que conlleva. No hablemos de los pechos caídos –en algunos casos tanto que hay que tener cuidado de no pillárselos a la hora de cerrarse el pantalón - o de las lindas nalgas de soltera que pasan a ser cuatro nalgas después de los hijos. No, no, hay más y más grave, mucho más grave.

                Ilustración por: Raúl Pardo 

                Ilustración por: Raúl Pardo 

Cuando vas a tener un hijo te enfocas en lo bueno que eso va a traer y se te escapan muchas cosas, cosas que das por hechas pero que van a saltar por la ventana en el momento en que el bebé entre por la puerta. Pero está bien que así sea porque si una fuera consciente de todo esto sería difícil animarse a tener un hijo.

Un ejemplo claro es el del sentido del ritmo. De esta pérdida nadie te advierte ¿Quién ha visto a una mamá moviéndose con gracia y sensualidad? Hasta ahora no se ha reportado ningún caso en ninguno de los continentes habitados.

Antes de tener hijos eres la reina de la pista, del contoneo y de la sensualidad. La música y tú se vuelven una y el ritmo fluye por tus huesos y tus venas. Pero después de tener hijos algo pasa, algo que la ciencia aún no explica y que ya no tiene vuelta atrás.

Una noche, en una boda, ya mamá de una hermosa criatura que has podido dejar en casa para ir a divertirte un rato, te ves en la pista de baile ante una canción que antes te habría poseído y sacado el flow desde las entrañas. De repente tus músculos parecen rígidos y tus caderas soldadas con clavo largo de titanio.  Te sientes aletargada y torpe. Lo intentas pero no consigues acoplarte bien al ritmo y tus movimientos son robóticos ¿Qué está pasando? No conoces esta situación, es nueva, da vértigo ¿qué hacer?

Ante este precipicio sólo hay una salida posible: recurrir a la palmada bailonga acompañada de un grito de ánimo ¡wuuu!,  tipo cheerleader, como intento desesperado por componer lo descompuesto. He estado ahí, lo he vivido y es doloroso. ¿Qué queda en una situación así? Volver a la mesa a terminarte todos los restos de comida que queden y ahogar así la ansiedad y la frustración, como corresponde a tu nueva naturaleza de madre. De la gordura de madre, porque me lo como todo y no intenten detenerme porque muerdo, hablamos otro día.

Y es que esto te viene sin avisar, así, de golpe y porrazo. El día del nacimiento, primero sale tu hijo por el canal de parto, después expulsas la placenta y por último se sale el ritmo, el flow, silencioso e invisible, y se empieza a alejar de tu cuerpo para nunca volver.  Y tú estás ahí, en la baba, distraída mirando a tu bebé y diciéndole cursilerías con la voz entrecortada “hola, hijo mío, soy yo,  soy tu mamá”, poniéndole el dedo para que se aferre a él con su manita… ¡¡ponle un plumón, un marcador!! Si al niño le da igual agarrarse a una cosa que a otra, si no se entera de nada, que el pobre está lelo perdido intentado respirar en el nuevo medio físico. ¡¡Concéntrate, mujer, que se te va el ritmo para siempre!!

Pero bueno, es fácil decirlo pero difícil hacerlo así que lo contamos como parte del precio a pagar cuando tienes un hijo. Hay que saber adaptarse a los cambios y en este caso específico lo  mejor es dejar el baile sólo para fiestas infantiles y canciones ñoñas que vas a bailar agarrando a tu hijo de las manos y encorvándote para quedar a su altura. Es probable que lo disfrutes tú más que el niño  porque él estará desconcertado por tu excesivo entusiasmo -no es para menos, si es tu única oportunidad de bailar y desfogarte- y además le dolerán tus jalones de brazos. Aquí mucho cuidado de no desencajarle el hombro al niño, que se han dado casos.

Y bueno, tengo que terminar diciendo que vale mucho la pena… En serio, vale mucho la pena.