Creo que este es un tema muy controvertido, hay quien se muestra a favor y quien en contra; yo creo que es algo muy personal y debe platicarse y tomar la decisión en pareja, si uno de los dos no está de acuerdo sería mejor no intentarlo para procurar vivir (y dormir) en un ambiente armonioso para todos.
Cuando nos acercamos a la edad de 6 meses del bebé comenzamos a preguntarnos hasta cuando sería bueno continuar con esta práctica; lo consultamos con nuestra Doula y la respuesta es que no había una fecha definida, sino que nosotros mismos nos daríamos cuenta cuando estuviéramos listos para hacer cambios, y así fue!. El primero en dar señales fue mi esposo, pero yo aun no estaba lista, Santiago se despertaba varias veces y hacía frío, sinceramente no me veía levantándome a alimentarlo a la habitación contigua. Decidimos esperar a que pasara el frío y curiosamente este hecho coincidió con la etapa en la que comenzó a gatear (a los 9 meses). Esto para mi fue muy claro, digamos que esa señal de una nueva independencia de mi bebé me dió la claridad para comenzar a prepar el cambio de habitación.
Siempre procuré que las siestas del día las hiciera en su cuna para que fuera un lugar conocido para él y también lo relacionara con el dormir. Y aunque siempre me sentí muy confiada que lograríamos hacer el cambio sin mayores problemas a veces me atacaba la inseguridad debido a los comentarios. Para hacer frente a esto comencé a investigar si había algún método conocido para hacer la transición y me acordé de un libro que compré por Internet cuando compré el de MANDALAS PARA EL EMBARAZO y que no alcancé a leer mientras estaba embarazada. Se llama GUIA PRACTICA PARA TENER BEBES TRANQUILOS Y FELICES, no lo leí porque estaba embarazada y me preocupaba más saber sobre cómo dar a luz y suavizar los dolores de parto que saber de horarios de comida para el bebé y cuantas siestas tenían que tomar.